Hoy tristeza ha venido a visitarme

Esta mañana Tristeza ha venido a visitarme. Me ha pillado desprevenida, en pijama, con el café a medio beber y el salón patas arriba. Ha llamado a la puerta suavemente y la he dejado entrar… como si fuera una vieja y querida amiga que quiere pasar un rato conmigo. Sigilosa, se pasea por toda la casa. Se lo permito, me gusta que mis invitados campen a sus anchas. Le cedo todo mi espacio, la invito a que se exprese y me cuente lo que quiera. Para eso están las amigas. Seguro que ha tenido algún motivo para venir o puede que simplemente haya pasado por delante de casa y ha decidido entrar. No sé por qué viene, ni cuánto tiempo quiere quedarse. Tampoco se lo pregunto. ¿Cómo voy a cuestionar a mi amiga querida? Me tumbo en el sofá; la escucho con curiosidad y plena atención mientras me termino el café. Recuerdo que hace tiempo no me parecía una visita grata. En cuanto tocaba el timbre, fingía que no estaba, echaba los cerrojos y me sentaba contra la puerta por si empujaba. Pero ella insistía hasta que conseguía entrar, y el día que no podía sola, llamaba a Ira y a Angustia y finalmente entre las tres echaban la puerta abajo. “¿Por qué estáis aquí?”, “¡dejadme en paz!”, “¡no quiero veros!”, “¡no quiero que entréis en mi casa!”, “¡lo estáis ensuciando todo!”¡fuera!” A veces la lucha duraba días, semanas enteras… dejando mi hogar completamente devastado… Cuanto más las echaba de casa, más insistían en quedarse, pero yo no paraba de darles empujones y arrastrarlas hacia la puerta… Por ese motivo, en dos ocasiones, Depresión vino con todas sus maletas y se instaló en una de las habitaciones durante un par de años para poder mediar entre todas… ¡¡Qué pésima anfitriona era yo entonces!!, ¡qué maleducada tratar tan mal a las visitas! Son mis amigas, me gusten o no me gusten, sea su conversación más o menos agradable… son mis amigas queridas… Hoy he acompañado a Tristeza un buen rato, la he escuchado, le he secado las lágrimas y le he dado permiso para que se quede en casa el tiempo que necesite. Después he arreglado el salón y me he puesto a escribir. Termino el post, miro por todas partes, “¿estás ahí?”, recorro toda la casa… pero no hay rastro. En la puerta de la entrada me encuentro una nota que dice “gracias”. Sonrío. ¡¡Se ha marchado sin avisar!!…¡¡esta Tristeza…!! ¡siempre me hace lo mismo!… Pero no pasa nada, ella sabe que puede venir e irse cuando quiera, siempre será bien recibida en este hogar. Recojo la nota. Vuelvo a sonreir. Una mañana interesante en la que por fin, me he puesto a escribir. ¡¡Adoro a mis amigas!!.